AVRYL
"No puedo separarme del aire que respiro" fue lo primero que sentí haciendo los primeros saludos al sol en mi primera clase de yoga. Ese hilo invisible, que me une a todo se hizo tan evidente que no pude ser la misma después de aquella "revelación".
Mi primera hija acababa de nacer y yo me las ingeniaba para cuidar a una recién nacida mientras me recuperaba de la cesárea. El día que hice yoga por primera vez, regresé a casa con el ánimo renovado, los ojos brillantes y la felicidad de encontrar algo que me llenara tanto. Desde entonces el yoga ha sido mi mejor aliado para llevar una vida madre, guía de familia, profesional y mujer. Las tradiciones que más me han nutrido son el Iyengar yoga, Ashtanga Vinyasa yoga y Anusara Yoga. Compongo mis clases usando los elementos que más me han nutrido de estos estilos.
Enseñar yoga es mi forma de canalizar mi vocación por la enseñanza. Didácticas y lúdicas, orientadas al corazón, enriquecedoras, son algunos de los adjetivos con los que mis alumnos describen mis clases. La verdad es que enseñar yoga me hace sentir dichosa, y eso se nota.